XX
Alquimista de presencias,
del tiempo,
especialmente de tus ausencias.
Me estoy volviendo
alquimista de tus silencios.
Lo tomo todo, lo más innoble,
los besos de otros,
esas manos enlazadas que no son nuestras.
Especialmente, los recuerdos,
también algunos abrazos que fueron:
Felicidad, efímera y mayúscula,
- como es su naturaleza -
y siempre, la luz verde de tus ojos
que dejó en penumbra
lo anterior a que tú vinieras.
Y el ansia, la búsqueda de ti
como efímera, bellísima y fresca neblina de amanecer.
Todo lo tomo y lo mezclo, lo combino,
lo disuelvo y lo transformo
en el oro de tu compañía.
Por el momento pepitas pequeñas,
de infinito valor.
Yo soy el alquimista de tu mirada
que la tornará en compañía, sí,
en plenitud compartida y al fin,
tan sencilla
como nuestra piel cuando es continua.
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